Talleres astrológicos

Ofrecemos talleres grupales para empresas, organizaciones o simplemente para personas que deseen conocer más acerca de algún aspecto específico de su carta. Si representas una empresa y estás interesado en este tipo de servicios escríbenos vía whatsapp o por correo. Si eres una persona que está interesada en participar en uno de los talleres o quieres conocer más, haz click aquí. Por último, es importante saber que los talleres son periódicos y su temática varía.

Taller de Luna: Explorando nuestro pasado

En este taller podrás explorar e identificar las vivencias lunares de acuerdo a tu signo, casa y aspectos de la Luna en tu carta natal. A través de una metodología centrada en la vivencia personal y la reflexión colectiva podrás reencontrarte con tus aspectos lunares y resignificar su sentido en tu vida.
La Luna es una de las bases centrales de la carta natal, ya que delata nuestras primeras vivencias, su tono, ambiente y escenarios predominantes. La Luna, en este sentido, abre la pregunta acerca de la memoria y la primera identidad construida a partir de la pertenencia a un grupo, traza el derrotero que determina lo que percibimos como seguro y lo que interpretamos como una amenaza, lo que nos nutre y lo que nos hace daño. Se podría decir que es el primer sustrato que aborda la pregunta de: ¿Quién soy? En este taller podrás explorar e identificar las vivencias lunares de acuerdo a tu signo, casa y aspectos de la Luna en tu carta natal. A través de una metodología centrada en la vivencia personal y la reflexión colectiva podrás reencontrarte con tus aspectos lunares y resignificar su sentido en tu vida.

Taller de Sol y Luna: El árbol astrológico

En este taller, exploraremos el árbol como metáfora de los planetas astrológicos más importantes en la construcción de nuestra identidad y de nuestra estructura psíquica: la Luna, el Sol y Saturno. Cada planeta será trabajado a partir de una parte del árbol y en relación con su signo, casa y aspectos más relevantes. Es importante mencionar que el taller se divide en dos sesiones de dos horas cada una.
El árbol es una representación de la individuación o, si se quiere, de la totalidad de la psique, de su unicidad. Recordemos que en la mitología egipcia, cuando Osiris muere encerrado en el ataúd de plomo, su cuerpo da a parar a las costas fenicias cerca de la ciudad de Byblos. En aquel lugar, el ataúd que contenía al dios queda atrapado en un arbusto del cual crece un gran árbol. Este árbol representa la resurrección, la muerte de lo viejo que da paso para que florezca lo nuevo. En el caso de la mitología nórdica, Yggdrasil es el árbol de la vida que conecta los nueve reinos o dimensiones y, asimismo, les da vida. Podríamos decir que el árbol representa la unión, el flujo y la interdependencia de nueve niveles de conciencia o nueve niveles de vida. Así, vemos lo fascinante que puede resultar la vida simbólica del árbol en la mitología o, lo que es lo mismo, en la vivencia psíquica humana. De cualquier modo, el taller busca utilizar el árbol como forma de expansión de la visión que tenemos de nosotros mismos, tal como lo hace el mandala de la carta natal. En este caso, exploraremos el árbol como metáfora de los planetas astrológicos más importantes en la construcción de nuestra identidad y de nuestra estructura psíquica: la Luna, el Sol y Saturno. Cada planeta será trabajado a partir de una parte del árbol y en relación con su signo, casa y aspectos más relevantes. Es importante mencionar que el taller se divide en dos sesiones de dos horas cada una.

Taller Yin Yan: Los rostros que me habitan

El presente taller nos invita, a partir de nuestra carta natal, a conocer aquellas partes de nuestro mundo interior que todavía nos resultan extrañas y que, en muchas ocasiones, rechazamos o proyectamos como externas y opuestas a la imagen que hemos construido de nosotros mismos. Si partimos del principio de que la carta natal es un mapa de ese vasto territorio psíquico que nos habita, podremos aceptar a conformidad que hay todo un mundo mágico interior que aguarda ser conocido.
La astrología humanista nos invita a explorar y a sumergirnos en el mar profundo de nuestra psique y de nuestra identidad. En este sentido, desde la perspectiva de la astrología humanista, la imagen que hemos elaborado acerca de nosotros mismos a lo largo de nuestra vida es tan solo un fragmento de lo que somos en un sentido mucho más amplio. Dicho de otro modo, la carta natal es la representación del territorio psíquico que somos y que habitamos. Sin embargo, es como si tan solo tuviésemos conocimiento acerca de una porción del mismo. Para que se hagan una idea les propongo el siguiente ejemplo: Imaginemos que, desde hace muchos siglos, nuestros ancestros vivían en medio de una suerte de selva encantada y convivían con todos los peligros y todos los placeres que ello supone. Con el pasar del tiempo, las generaciones siguientes lograron adaptar una pequeñísima porción de dicha selva a voluntad de sus necesidades. Gracias a estos esfuerzos ahora tenemos una vivienda, cultivos y animales domésticos para suplir nuestra subsistencia básica. Como es de esperarse, para protegernos de las amenazas que guarda la selva para nosotros y nuestra supervivencia, nuestros ancestros construyeron una cerca alrededor de la porción de tierra que estamos ocupando. La cuestión es que con el paso de las generaciones gastamos tanta energía en mantener a raya los peligros de la selva y a separarnos de la misma que, en consecuencia, olvidamos que, en tiempos remotos, nosotros también fuimos parte de esta y que, en realidad, seguimos siendo parte de ella. Así ocurre con nuestra carta natal y la relación que tenemos con nuestro mundo psíquico. La porción de selva domesticada y protegida entre cercas lo podríamos llamar personalidad o Yo Consciente, la cual contiene la imagen que tenemos de nosotros mismos; es decir, el Yo guarda en sí mismo tan solo una parte de lo representado en la carta natal. La selva virgen que nos rodea es el territorio no cartografiado del resto de nuestra psique que contiene tanto una parte individual como una parte colectiva.
En suma, los rostros que nos habitan son todos aquellos seres que viven en esa selva encantada. Desde los duendes y las hadas hasta los ogros y las terribles bestias. Todos ellos juegan un papel imprescindible en el desarrollo de nuestra vida psíquica y espiritual. El reto reside, justamente, en traerlos nuevamente a la consciencia y reconocerlos como parte orgánica de nuestra vida anímica

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